ENTREVISTA CON RICHARD WRIGHT


por Mark Blake, Augosto 1996

BROKEN CHINA
PART_TWO___THE_FLOYD_ERA
PARTE 3 - SYD, DROGAS, EL FUTURO


¿Qué te motivó a hacer otro album solista?

Eso Fue mientras grababa el último album de Pink Floyd, The Division Bell. La idea para esta grabación fue inspirada, tristemente, por mi propia experiencia personal con una amiga cercana que estaba sufriendo de depresión nerviosa. Yo quería expresar mis sentimientos acerca de lo que estaba viendo, no fue un proceso curativo, aunque yo no era la persona que estaba sufriendo, me hizo reflexionar acerca de los que estaba observando. Cuando hicimos The Division Bell, Yo fui parte del proceso creativo porque estuve escribiendo en vez de solo tocar el material; pero sentí que no estaba en la dirección correcta todo el tiempo. Me gusta el disco, pero también me sentí frustrado. Como escritor tu siempre puedes terminar en desacuerdo con la gente con la cual trabajas acerca de ciertas cosas, y yo sentí que era el momento de hacer algo por mi mismo. Yo disfrute mucho tocar en el tour de The Division Bell tour así que cuando llegué a casa, la ultima cosa que quería hacer era sentarme sin hacer nada. A medida que fui juntando ideas para mi propio album, Yo hice arreglos para ir a mi estudio y comenzar a escribir.

¿Fue Anthony Moore una elección obvia para trabajar?

Definitivamente, inicialmente yo le pedí que me ayudara en el estudio. Yo había comprado algo de equipo computarizado con el cual no estaba enteramente familiarizado y sabia que Anthony podía ayudarme. Pero la razón principal por la cual lo incluí fue debido a lo bien que trabajamos juntos en Wearing The Inside Out. Yo realmente no quería hacer este album completamente solo, porque yo no me considero a mi mismo como un compositor. mientras que fue facil para Anthony entender el tema del album, ya que el entendió los sentimientos que mi amiga y yo estabamos experimentando.

Tu has mencionado que estuviste frustrado con algunos aspectos de The Division Bell, ¿Experimentastes un sentido de libertad trabajando en un album que era exclusivamente tuyo?

La palabra "Libertad" ha sido mencionada pocas veces con los Floyd, yo siempre salgo, escribo una canción y se las muestro como un demo al resto de la banda. Si a ellos les gusta, entonces la usan, si no entonces no. Con Broken China fue completamente diferente: Yo no había escrito nada antes de que Anthony viniera y trabajara conmigo. El album se estructuró de maneras diferentes - Ya sea que una sección fuera, por ejemplo: de música sinfónica y de rock. Pero nunca hicimos un demo, además hicimos todo el disco en mi estudio en Francia.


¿Cómo decidistes cuales musicos ibas a usar en tu proyecto? (Entre los musicos se incluye el guitarrista de Pink Floyd Tim Renwick, el guitarrista Dominic Miller, bajista Pino Palladino, baterista Manu Katche y voces por Sinead O'Connor).

Yo vi el tour de Peter Gabriel a principios del 94. Manu Katche tocaba la bateria y yo ya habia formulado la idea de hacer un album. Tan pronto como lo escuché, yo quise que tocara en Broken China, así que le envié la música y aunque su agenda es muy apretada, el llamó y dijo que le gustaría tocar, siempre y cuando Pino Palladino tocara el bajo, ya que ellos trabajan muy bien como equipo. Pino era mi principal elección de todas maneras, fue un placer verlos tocar juntos y experimentar lo rápido que hicieron las pistas. Ocho pistas en seis dias - Sorprendente! Tim Renwick era naturalmente mi primera elección, debido a nuestra asociación con la gira de los Floyd, además siendo un amigo cercano, el te da el sonido y feeling que tu sugieras. Despues de eso, cuando yo estaba buscando alguien que tocara algo de guitarra atmosferica, Laurie Latham, que hizo las grabaciones sugirió a Dominic Miller, que, aunque estaba trabajando con Sting en ese momento, sacó tiempo para trabajar conmigo. Lo esxtraordinario es que todos los musicos con los que quise trabajar, encontraron tiempo suficiente para venir y tocar en Broken China.

¿Porque elejistes a Sinead O'Conner para cantar en dos canciones?

De nuevo, Sinead era mi primera opción. Sin embargo, conseguir a tus musicos de sesión favoritos es una cosa y preguntarle a un artista establecido es otra. Yo estaba asustado cuando ella acepto. Yo siembre supe que se necesitaba una mujer que cantara Reaching for the Rail y Breakthrough, siendo que esas canciones son las palabras de la persona a la cual le estoy escribiendo. Para mi, la calidad de su voz fue absolutamente perfecta para esas dos canciones.

¿Te sientes mas cómodo cantando ahora?

Ciertamente. Al principio yo pense en buscar alguien que cantara las partes masculinas - No se quién - pero rápidamente me di cuenta que al hacer eso podía apartar al album de mi, ya no sería tan personal. Siendo capaz de grabar en mi propio estudio lo hizo fácil. Yo podía ir allí y cantar lo que se me viniera a la cabeza - improvisando y a veces haciendo letras sin sentido. Entonces yo las regresaba, encontraba lo que servida y lo que no y gradualmente fui tomando confianza desde allí. Escuchandolo ahora, me gusta el sonido de mi propia voz porque encontré un estilo con el cual me siento muy comodo.

¿Cómo ves tus dos discos anteriores?

El último (Identity grabado con Dave Harris del grupo Fashion, bajo el nombre colectivo de Zee en 1894) siempre lo describí como "un error experimental" . Nosotros hicimos toda la grabación en un Fairlight, el cual era una maquina sorprendente en ese momento; pero que ahora parece desactualizada. Wet Dream (mi primer album solo lanzado en 1978) fue mas bien amateur. No estuvo bien producido y las letras no eran muy fuertes, pero al final del día yo creo que hay algo bueno en él. Actualmente me gusta.

Hablastes de haber sufrido un bloqueo como compositor en el pasado ¿Cuánto duro esa situación?

Yo no se si fue un bloqueo, pero si se que me volví muy flojo. Después de Identity en 1984 me fui a vivir en Grecia, en un ambiente no muy propicio para tocar música. Yo perdí contacto, si tu quieres. Yo estaba feliz navegando mi yate por las islas griegas (Risas), pero ahora yo recuerdo y pienso "Quizás fue una pequeña perdida de tiempo".


Tu ya no estabas involucrado con Pink Floyd en ese momento (habiendo salido de la banda durante la grabación de The Wall). ¿Sentistes una real necesidad de apartarte del negocio de la música?

No fue una desición basada en la música sino en algo más personal, ya que yo me había involucrado con alguien que vivía en Grecia, tomé la desición de mudarme allá con ella, yo no lo hice con la intención de apartarme del mundo de la música, pero un buen dia me levanté y me dije "Dios mio, ¿que he estado haciendo?". Así que llamé a David (Guilmour) y el me dijo que estaba planeando hacer otro album con los Floyd (A Momentary Lapse Of Reason). Yo le dije que si me necesitaba para tocar el teclado me encantaría hacerlo. Yo llegué a medio camino durante la grabación del disco y entonces salí de gira con ellos.

¿Eres ahora oficialmente un miembro de Pink Floyd?

Si. Fue bueno ser capaz de contribuir con The Division Bell desde el principio, en vez de venir a mitad de camino como me pasó en A Momentary Lapse Of Reason.

Que sentistes al ver a los Floyd continar como una banda sin ti, habiendo sido parte desde el comienzo?

Me sentí horrible. La razón por la que yo abandoné la banda en primer lugar fue que Roger (Waters) estaba asumiendo el control. El habia escrito todo en The Wall. Era su obra y el tenía derecho a deshacerla y eso era justamente lo que el estaba intentando hacer a menos que yo dejara la banda. Habia este gran choque de personalidades entre Roger y yo, así que un dia me di cuenta que no podia seguir trabajando con esta persona, así que me fui.

PARTE DOS - LA ERA DE LOS FLOYD
¿Qué piensas de The Final Cut (El único album de Floyd sin Wright)?

No me gustó, pero se que puedo tener algún prejuicio acerca de ese album, considerando mi situación. Pero creo que si le preguntas a Dave o a Nick (Mason) acerca de lo que ellos piensan, te dirán que tampoco piensan que sea un buen album. El asunto es que durante la producción de The Final Cut, los tres tuvieron fuertes discusiones que culminaron con la salida de Roger de la banda. El tenia la erronea idea de que él era la banda, es por eso que su ego se desgarró cuando Dave eventualmente decidió continuar sin él.

Tu mencionastes que te sentistes frustrado por algunos aspectos de The Division Bell, ¿Cuales exactamente?

Yo pienso que nosotros podíamos haber ido mas lejos haciendo el album de Pink Floyd de lo que solíamos hacerlo: más temático, con toda la música teniendo un enlace lógico. Eso es lo que yo creo que una gran cantidad de Fans quiere y fue algo que quise alcanzar en mi propio disco. En cuanto a "The Division Bell", hay una gran cantidad de aspectos con los cuales si me sentí muy contento, como por ejemplo: el poder contribuir componiendo, mi influencia puede ser escuchada en temas como Marooned y Cluster One. Ese fue el tipo de cosas que yo le di a los Floyd en el pasado y fue bueno que ellos vuelvan a usar esas cosas otra vez.

Evidentemente tienes un real afecto por lo que podría llamarse el sonido "clasico" de Pink Floyd

Bueno, mucha gente dice que no se puede escuchar solo unas canciones del Broken Chine sino que hay que escucharlo completo. Yo creo que eso fue cierto con Pink Floyd. Eso es lo que a mi me gusta de los albumes y creo que es lo que a la gente le gusta de los albumes de los Floyd. A mi me gusta tocar ese tipo de música y es ese tipo de música que me gusta crear. A mi no me gusta la idea de escribir 12 canciones y juntarlas en un solo disco. Yo no soy ese tipo de compositor

¿Estas de acuerdo en que hay paralelismo entre Broken China y la banda sonora para peliculas?

Si. Cuando los Floyd escribieron música para las peliculas Zabriskie Point y More, eran solo una colección de canciones y piezas instrumentales. Es muy dificil meterse en la banda sonora de la pelicula, pero ahora a mi me gustaría hacerlas. Música e imágenes juntas me fascinan así como observar como la música puede afectar una pelicula completamente. Me encantaría tener la oportunidad de hacer la música para una pelicula grande.

¿Te sorprende el misticismo que todavía rodea a Pink Floyd y especialmente a Syd Barrett, aún ahora?

Yo creo que puedo entenderlo. Si tu escuchas The Piper At The Gates Of Dawn, hay algunas canciones extraordinarias allí - y eso fue lo que Syd hizo. El era una persona sorprendente, y ese fue el tipo de canciones que nadie había escrito antes - Infantiles, pero maravillosas. Por supuesto que nosotros desarrollamos y cambiamos completamente a través de los años. Pero yo puedo entender porque la gente todavía quiere saber acerca de Syd y de la música que hicimos.

¿Cómo te sientes acerca de las nuevas generaciones que escuchan esos discos?

Yo no se si eso es algo bueno o algo malo. En algunas formas es grandioso, es interesante que la música creada en los 60 y los 70 se escuche tanto hoy. En el último tour fue increible tocar música para gente que no había nacido cuando fue escrita y que se la conocieran tan bien.

¿Cómo ves tu esos primeros discos de Pink Floyd?

Yo me apoco en algunas de mis canciones - como Remember A Day. Nosotros eramos un poco amateur en ese momento, Yo no creo que mis canciones sean las únicas que no suenan bien ahora, algunas como Corporal Clegg, que es una canción de Roger es realmente mala. Syd era el compositor pero entonces nosotros tuvimos que tomar la composición de los temas y eso fue una gran responsabilidad. Nosotros nunca pudimos escribir como Syd, nosotros nunca tuvimos la imaginación necesaria para hacer cosas como las que él hizo.

¿Que recuerdos tienes de la historia de la banda a principios de los 70´s - cuando hicieron discos como el Dark Side Of The Moon y el Wish You Were Here?

El final de los 60´s fue un periodo puramente experimental en la historia de la banda, pero fue un proceso de aprendizaje. En los 70's nosotros nos consolidamos y supimos lo que podíamos hacer: Lo que podíamos escribir, lo que podíamos tocar. Dark Side Of The Moon y Wish You Were Here fue un tiempo memorable. Recordándolo ahora, pienso que fue un tiempo muy ocupado, así que creo que no teníamos mucho tiempo para sentarnos y pensar en lo que estabamos haciendo. Durante todo el principio de los '70s, nosotros estabamos o de gira o en el estudio. Eso es todo lo que puedo recordar.

¿Que piensas de Animals, casi 20 años después?

Fue dificil. Era 1977 y eso fue cuando Roger realmente comenzó a creer que el era el único compositor de la banda. Con relación a ese album, fue parcialmente mi culpa ya que yo no tenía mucho que ofrecer. Dave, que si tenía algo que ofrecer, solo llegó a colocar un par de cosas allí. A mi me gusta como toqué en ese album. No fue un album divertido de hacer. Comparado con: Por decir algo, Wish You Were Here, donde nosotros realmente nos esforzamos juntos como una banda - nosotros tuvimos nuestras diferencias pero todavía fue un proceso creativo - Animals fue un trabajo pesado, pero yo no tenía nada que ofrecer, a nivel de material, así que estaba en una situación difícil.

Pink Floyd siempre se le colocó junto a toda esa escena progresiva de los 70´s. ¿Pudieron estar relacionados con esas bandas?

Yo siempre sentí que éramos únicos, pero me fijaba en bandas que estaban por allí en ese momento: Grupos como Genesis, Yes y Led Zeppelin. Yo escuché a todos esos grupos y me gustaron algunas cosas de ellos. Siempre me gustó Genesis con Peter Gabriel pero perdí el interés cuando él se marchó.

¿hizo el punk mucha diferencia para ti?

Yo pienso que el punk fue bueno porque me llevó de regreso a los días del Club UFO. Yo pensé que por fin había algo que realmente estaba rompiendo barreras. Desafortunadamente, no me gustó la música, pero me gustó todo el movimiento y gente como Malcom McLaren y Vivienne Westwood. Yo me sorprendí un poco cuando los Floyd fueron criticados por algunas de las bandas Punk (Risas), pero no me molestó. Ahora mira a los Sex Pistols. Ellos se han reformado!

Mucho del catalogo de los Floyd es percibido casi como "intocable". ¿Estarías dispuesto a romper algunas ilusiones revelando cuales cosas te gustaría cambiar en esos discos?

Yo pienso es más en términos de mezcla y sonido, que en las canciones en si. Yo pienso que todos deseamos que algunas de las letras hubieran sido un poco mejor, especialmente en las primeras canciones, y que la calidad de la grabación de la batería y el bajo, por ejemplo, fuera mejor. Pero en términos de la esencia de las canciones, yo no creo que me gustaría cambiar nada, porque eso era lo que era en ese momento. Esos éramos nosotros.

¿El resto de la Banda ha escuchado Broken China?

Dave ha ciertamente escuchado algo de ello, porque yo le pedí que tocara en la grabación. El tocó la guitarra en una canción, pero nosotros decidimos utilizar un enfoque para esa canción poco después, así que no usamos su guitarra. El escuchó el album y pienso que su comentario fue que el pensó que era muy bueno.

¿Ves mucho a la banda entre los albumes y las giras?

Nosotros no socializamos mucho. Pink Floyd es como un matrimonio que está en permanente separación (Risas). Nosotros nos respetamos mucho pero no somos amigos íntimos. Al principio éramos amigos: vivíamos juntos constantemente, 24 horas al día. Pero éramos jóvenes y no muy serios acerca de nuestra relación. En estos días, yo creo que todo se convirtió en respeto. Hay respeto entre nosotros.

¿Fue The Division Bell un album fácil para ustedes tres? - en cuanto a sus relaciones desde la última vez que estuviste en el grupo?

Ciertamente. Yo no se si se debe a la edad, no se si se hace más fácil a medida que te haces mas viejo, podría ser. Aunque uno tiende a ser más terco con la edad y querer las cosas a la manera de uno, lo cual es una de las cosas que yo siempre he tratado de evitar.

PART THREE - SYD, DRUGS, THE FUTURE
Tu co-produciste el segundo album de Syd Barrett (Barrett in 1970). ¿Podría verte a ti mismo moviendote hacia la producción?

Producirte a ti mismo es una cosa y producir a alguien mas es otra. Anthony (Moore) podría hacerlo y de hecho lo hace. Pero yo no tengo el tipo de personalidad correcta, ni el deseo, si tu quieres, yo no me veo hacieno algo como Brian Eno. Hacer el disco de Syd fue interesante, pero extremadamente díficil. Dave y Roger hicieron el primero (The Madcap Laughs), luego Dave y yo hicimos el segundo. Pero entonces se trataba de ayudar a Syd de cualquier forma, en vez de preocuparnos por obtener el mejor sonido de la guitarra, tu te podías olvidarte de eso. Se trataba solo de ir al estudio y tratar de que el cantara. Sin embargo, yo pienso que ambos discos de Syd son una parte interesante de la historia.

¿Tienes algún contacto con Syd Barrett?

Yo leí en una revista que el estaba volviendose ciego a causa de una diabetes. Esto es terriblemente triste. Nosotros no lo vemos, porque aparentemente si el se recuerda de los Floyd y de cuando estuvo en ello, el cae en un estado depresivo que tarda semanas en terminar. Su madre nos pidió mantenernos aparte hace unos años atrás. Aparentemente, la mayor parte del tiempo está feliz - o lo estaba - pero nuestras caras pueden desatar un lapsus. ¿Que pudiera ocurrir de todas maneras o que fuera una sobre dosis de ácido? ¿Quién sabe? Yo creo que fue un poco de ambas cosas. Todo lo que se es que una semana estaba bien y a la siguiente era completamente diferente. Fue una terrible tragedia. (Nota de Eddio: En realidad Syd, no está ciego, ni tiene diabetes, ni está loco, aunque tampoco ha recuperado totalmente su normalidad)

¿Cuales son tus puntos de vista con relación al Acido ahora?

Syd fue influenciado por una gran cantidad de gente a su alrededor que lo animaban a hacer trip. Hay una carga de ácido por allí. El no estaba solo. Recuerdo que nosotros teníamos gente como Timothy Leary que abiertamente promulgaban: haz trip con el nuestro y tómalo cada día. ¿Incorrecto ? Si. ¿Mal dirigido? Si. Fue malo para mi. Yo hice dos trips en mi vida. El primero fue bastante bueno, pero eso fue antes de que estuviera en la banda. Entonces tomé otro mas y no lo disfruté en lo absoluto, así que nunca más lo tomé de nuevo. Esto ciertamente destruyó a Syd y creo ha destruido a muchas otras personas.

Pero la música de los Floyd se le describe como "inspirada por drogas". ¿Piensas que esa percepción es erronea?

Si te refieres a que Pink Floyd tomó drogas - te equivocas. No hay forma de que yo pudiera tocar y tomar algún tipo de drogas al mismo tiempo.

¿Escuchas mucha música? ¿Tienes inspiración de otros tecladistas?

Yo no escucho tanta música como solía hacerlo, porque estoy muy ocupado con mi propia música. Yo no pienso en otros tecladistas como competencia, Yo tengo un estilo con el Hammond - bueno o malo - que es mío. Yo no soy técnicamente un buen pianista. Yo le decía a alguien el otro día que a mi me gustaría poder tocar el honky-tonk piano. Yo escucho al Dr John y aprecio lo que hace, pero ¿puede él tocar el Hammond como lo hago yo? Yo me veo a mi mismo más como compositor que como ejecutante. Yo no puedo tocar el piano rápido - Yo no soy Oscar Peterson - y yo tampoco se leer música. A veces, me gustaría poder sentarme y tocar un maravilloso piano concerto.

¿Qué es lo siguiente?

Yo me siento muy bien con lo que he hecho en Broken China. Estoy orgulloso. Me gusta mucho y ahora voy a vivir con eso. Siempre hay unas cuantas cosas que pude haber cambiado pero en realidad no son tantas como pensé que serian. Este me ha dado un despegue. El próximo año estaré haciendo otro álbum o quizás una banda sonora para una película. Si Pink Floyd vuelve a grabar, grabaremos, sino, no importa, mientras tanto yo continuaré escribiendo.

¿Así que no tienes planes de grabar con los Floyd?

Algún día en el futuro yo le diré a Dave, "Cuando vamos a hacer otro disco?" y entonces ese día me dirá "Voy al estudio a componer - ven conmigo." La gente siempre me pregunta cuando Pink Floyd va a hacer otro disco, pero honestamente yo no lo sé. Nosotros tenemos la tendencia de hacer discos en ciclos de seis o siete años, así que como el último album fue hecho en el 94, quien sabe, el próximo podría ser en el año 2001! Nosotros no tenemos una imagen especifica de cómo será. Lo cual lo hace mucho más fácil para nosotros a medida que nos hacemos más viejos. Con Pink Floyd nosotros tendremos que insistir que el encargado de iluminación nos esconda completamente, así que nadie nos pueda ver en sillas de ruedas!

FINAL DEL JUEGO

Con Leticia y Holanda íbamos a jugar a las vías del Central Argentino los días de calor, esperando que mamá y tía Ruth empezaran su siesta para escaparnos por la puerta blanca. Mamá y tía Ruth estaban siempre cansadas después de lavar la loza, sobre todo cuando Holanda y yo secábamos los platos porque entonces había discusiones, cucharitas por el suelo, frases que sólo nosotras entendíamos, y en general un ambiente en donde el olor a grasa, los maullidos de José y la oscuridad de la cocina acababan en una violentísima pelea y el consiguiente desparramo. Holanda se especializaba en armar esta clase de líos, por ejemplo dejando caer un vaso ya lavado en el tacho del agua sucia, o recordando como al pasar que en la casa de las de Loza había dos sirvientas para todo servicio. Yo usaba otros sistemas, prefería insinuarle a tía Ruth que se le iban a paspar las manos si seguía fregando cacerolas en vez de dedicarse a las copas o los platos, que era precisamente lo que le gustaba lavar a mamá , con lo cual las enfrentaba sordamente en una lucha de ventajeo por la cosa fácil. El recurso heroico, si los consejos y las largas recordaciones familiares empezaban a saturarnos, era volcar agua hirviendo en el lomo del gato. Es una gran mentira eso del gato escaldado, salvo que haya que tomar al pie de la letra la referencia al agua fría; porque de la caliente José no se alejaba nunca, y hasta parecía ofrecerse, pobre animalito, a que le volcá ramos media taza de agua a cien grados o poco menos, bastante menos probablemente porque nunca se le caía el pelo. La cosa es que ardía Troya, y en la confusión coronada por el espléndido si bemol de tía Ruth y la carrera de mamá en busca del bastón de los castigos, Holanda y yo nos perdíamos en la galería cubierta, hacia las piezas vacías del fondo donde Leticia nos esperaba leyendo a Ponson du Terrail, lectura inexplicable.
Por lo regular mamá nos perseguía un buen trecho, pero las ganas de rompernos la cabeza se le pasaban con gran rapidez y al final (habíamos trancado la puerta y le pedíamos perdón con emocionantes partes teatrales) se cansaba y se iba, repitiendo la misma frase: "Van a acabar n en la calle, estas mal nacidas".
Donde acabábamos era en las vías del Central Argentino, cuando la casa quedaba en silencio y veíamos al gato tenderse bajo el limonero para hacer él también su siesta perfumada y zumbante de avispas. Abríamos despacio la puerta blanca, y al cerrarla otra vez era como un viento, una libertad que nos tomaba de las manos, de todo el cuerpo y nos lanzaba hacia adelante. Entonces corríamos buscando impulso para trepar de un envión al breve talud del ferrocarril, encaramadas sobre el mundo contemplábamos silenciosas nuestro reino.
Nuestro reino era así: una gran curva de las vías acababa su comba justo frente a los fondos de nuestra casa. No había más que el balasto, los durmientes y la doble vía; pasto ralo y estúpido entre los pedazos de adoquín donde la mica, el cuarzo y el feldespato Ä que son los componentes del granito Ä brillaban como diamantes legítimos contra el sol de las dos de la tarde. Cuando nos agachá bamos a tocar las vías (sin perder tiempo porque hubiera sido peligroso quedarse mucho ahí, no tanto por los trenes como por los de casa si nos llegaban a ver) nos subía a la cara el fuego de las piedras, y al pararnos contra el viento del río era un calor mojado pegá endose a las mejillas y las orejas. Nos gustaba flexionar las piernas y bajar, subir, bajar otra vez, entrando en una y otra zona de calor, estudiá nonos las caras para apreciar la transpiración, con lo cual al rato éramos una sopa. Y siempre calladas, mirando al fondo de las vías, o el río al otro lado, el pedacito de río color café con leche.
Después de esta primera inspección del reino bajá bamos el talud y nos metíamos en la mala sombra de los sauces pegados a la tapia de nuestra casa, donde se abría la puerta blanca. Ahí estaba la capital del reino, la ciudad silvestre y la central de nuestro juego. La primera en iniciar el juego era Leticia, la más feliz de las tres y la más privilegiada. Leticia no tenía que secar los platos ni hacer las camas, podía pasarse el día leyendo o o pegando figuritas, y de noche la dejaban quedarse hasta más tarde si lo pedía, aparte de la pieza solamente para ella, el caldo de hueso y toda clase de ventajas. Poco a poco se había ido aprovechando de los privilegios, y desde el verano anterior dirigía el juego, yo creo que en realidad dirigía el reino; por lo menos se adelantaba a decir las cosas y Holanda y yo aceptá bamos sin protestar, casi contentas. Es probable que las largas conferencias de mamá sobre cómo debíamos portarnos con Leticia hubieran hecho su efecto, o simplemente que la queríamos bastante y no nos molestaba que fuese la jefa. L ástima que no tenía aspecto para jefa, era la más baja de las tres, y tan flaca. Holanda era flaca, y yo nunca pesé más de cincuenta kilos, pero Leticia era la más flaca de las tres, y para peor una de esas flacuras que se ven de fuera, en el pescuezo y las orejas. Tal vez el endurecimiento de la espalda la hacía parecer más flaca, como casi no podía mover la cabeza a los lados daba la impresión de una tabla de planchar parada, de esas forradas de género blanco como había en la casa de las de Loza. Una tabla de planchar con la parte más ancha para arriba, parada contra la pared. Y nos dirigía.
La satisfacción más profunda era imaginarme que mamá o tía Ruth se enteraran un día del juego. Si llegaban a enterarse del juego se iba a armar una meresunda increíble. El si bemol y los desmayos, las inmensas protestas de devoción y sacrificio malamente recompensados, el amontonamiento de invocaciones a los castigos más célebres, para rematar con el anuncio de nuestros destinos, que consistían en que las tres terminaríamos en la calle. Esto último siempre nos había dejado perplejas, porque terminar en la calle nos parecía bastante normal.
Primero Leticia nos sorteaba. Usábamos piedritas escondidas en la mano, contar hasta veintiuno, cualquier sistema. Si usábamos el de contar hasta veintiuno, imaginábamos dos o tres chicas más y las incluíamos en la cuenta para evitar trampas. Si una de ellas salía veintiuna, la sacá bamos del grupo y sorteá bamos de nuevo, hasta que nos tocaba a una de nosotras. Entonces Holanda y yo levantá bamos la piedra y abríamos la caja de los ornamentos. Suponiendo que Holanda hubiese ganado, Leticia y yo escogíamos los ornamentos. El juego marcaba dos formas: estatuas y actitudes. Las actitudes no requerían ornamentos pero sí mucha expresividad, para la envidia mostrar los dientes, crispar las manos y arreglá rselas de modo de tener un aire amarillo. Para la caridad el ideal era un rostro angélico, con los ojos vueltos al cielo, mientras las manos ofrecían algo -un trapo, una pelota, una rama de sauce- a un pobre huerfanito invisible. La vergüenza y el miedo eran fáciles de hacer; el rencor y los celos exigían estudios más detenidos. Los ornamentos se destinaban casi todos a las estatuas, donde reinaba una libertad absoluta. Para que una estatua resultara, había que pensar bien cada detalle de la indumentaria. El juego marcaba que la elegida no podía tomar parte en la selección; las dos restantes debatían el asunto y aplicaban luego los ornamentos. La elegida debía inventar su estatua aprovechando lo que le habían puesto, y el juego era así mucho m s complicado y excitante porque a veces había alianzas contra, y la víctima se veía ataviada con ornamentos que no le iban para nada; de su viveza dependía entonces que inventara una buena estatua. Por lo general cuando el juego marcaba actitudes la elegida salía bien parada pero hubo veces en que las estatuas fueron fracasos horribles. Lo que cuento empezó vaya a saber cuá ndo, pero las cosas cambiaron el día en que el primer papelito cayó del tren. Por supuesto que las actitudes y las estatuas no eran para nosotras mismas, porque nos hubiéramos cansado en seguida. El juego marcaba que la elegida debía colocarse al pie del talud, saliendo de la sombra de los sauces, y esperar el tren de las dos y ocho que venía del Tigre. A esa altura de Palermo los trenes pasan bastante r pido, y no nos daba vergüenza hacer la estatua o la actitud. Casi no veíamos a la gente de las ventanillas, pero con el tiempo llegamos a tener pr ctica y sabíamos que algunos pasajeros esperaban vernos. Un señor de pelo blanco y anteojos de carey sacaba la cabeza por la ventanilla y saludaba a la estatua o la actitud con el pañuelo. Los chicos que volvían del colegio sentados en los estribos gritaban cosas al pasar, pero algunos se quedaban serios mirá ndonos. En realidad la estatua o la actitud no veía nada, por el esfuerzo de mantenerse inmóvil, pero las otras dos bajo los sauces analizaban con gran detalle el buen éxito o la indiferencia producidos. Fue un martes cuando cayó el papelito, al pasar el segundo coche. Cayó muy cerca de Holanda, que ese día era la maledicencia, y reboto hasta mí. Era un papelito muy doblado y sujeto a una tuerca. Con letra de varón y bastante mala, decía: "Muy lindas estatuas. Viajo en la tercera ventanilla del segundo coche, Ariel B." Nos pareció un poco seco, con todo ese trabajo de atarle la tuerca y tirarlo, pero nos encantó. Sorteamos para saber quién se lo quedaría, y me lo gané.. Al otro día ninguna quería jugar para poder ver cómo era Ariel B., pero temimos que interpretara mal nuestra interrupción, de manera que sorteamos y ganó Leticia. Nos alegramos mucho con Holanda porque Leticia era muy buena como estatua, pobre criatura. La parálisis no se notaba estando quieta, y ella era capaz de gestos de una enorme nobleza. Como actitudes elegía siempre la generosidad, el sacrificio y el renunciamiento. Como estatuas buscaba el estilo de Venus de la sala que tía Ruth llamaba la Venus del Nilo. Por eso le elegimos ornamentos especiales para que Ariel se llevara una buena impresión. Le pusimos un pedazo de terciopelo verde a manera de túnica, y una corona de sauce en el pelo. Como andá bamos de manga corta, el efecto griego era grande. Leticia se ensayó un rato a la sombra, y decidimos que nosotras nos asomaríamos también y saludaríamos a Ariel con discreción pero muy amables. Leticia estuvo magnífica, no se le movía ni un dedo cuando llegó el tren Como no podía girar la cabeza la echaba para atrás, juntado los brazos al cuerpo casi como si le faltaran; aparte el verde de la túnica, era como mirar la Venus del Nilo. En la tercera ventanilla vimos a un muchacho de rulos rubios y ojos claros que nos hizo una gran sonrisa al descubrir que Holanda y yo lo salud bamos. El tren se lo llevó en un segundo, pero eran las cuatro y media y todavía discutíamos si vestía de oscuro, si llevaba corbata roja y si era odioso o simpático. El jueves yo hice la actitud del desaliento, y recibimos otro papelito que decía: "Las tres me gustan mucho. Ariel." Ahora él sacaba la cabeza y un brazo por la ventanilla y nos saludaba riendo. Le calculamos dieciocho años (seguras que no tenía más de dieciséis) y convinimos en que volvía diariamente de algún colegio inglés. Lo más seguro de todo era el colegio inglés, no aceptá bamos un incorporado cualquiera. Se vería que Ariel era muy bien. Pasó que Holanda tuvo la suerte increíble de ganar tres días seguidos. Superá ndose, hizo las actitudes del desengaño y el latrocinio, y una estatua dificilísima de bailarina, sosteni‚ndose en un pie desde que el tren entró en la curva. Al otro día gané yo, y después de nuevo; cuando estaba haciendo la actitud del horror, recibí casi en la nariz un papelito de Ariel que al principio no entendimos: "La más linda es la más haragana." Leticia fue la última en darse cuenta, la vimos que se ponía colorada y se iba a un lado, y Holanda y yo nos miramos con un poco de rabia. Lo primero que se nos ocurrió sentenciar fue que Ariel era un idiota, pero no podíamos decirle eso a Leticia, pobre ángel, con su sensibilidad y la cruz que llevaba encima. Ella no dijo nada, pero pareció entender que el papelito era suyo y se lo guardó. Ese día volvimos bastante calladas a casa, y por la noche no jugamos juntas. En la mesa Leticia estuvo muy alegre, le brillaban los ojos, y mamá miró una o dos veces a tía Ruth como poniéndola de testigo de su propia alegría. En aquellos días estaban ensayando un nuevo tratamiento fortificante para Leticia, y por lo visto era una maravilla lo bien que le sentaba. Antes de dormirnos, Holanda y yo hablamos del asunto. No nos molestaba el papelito de Ariel, desde un tren andando las cosas se ven como se ven, pero nos parecía que Leticia se estaba aprovechando demasiado de su ventaja sobre nosotras. Sabía que no le íbamos a decir nada, y que en una casa donde hay alguien con algún defecto físico y mucho orgullo, todos juegan a ignorarlo empezando por el enfermo, o más bien se hacen los que no saben que el otro sabe. Pero tampoco había que exagerar y la forma en que Leticia se había portado en la mesa, o su manera de guardarse el papelito, era demasiado. Esa noche yo volví a soñar mis pesadillas con trenes, anduve de madrugada por enormes playas ferroviarias cubiertas de vías llenas de empalmes, viendo a distancia las luces rojas de locomotoras que venían, calculando con angustia si el tren pasaría a mi izquierda, y a la vez amenazada por la posible llegada de un rápido a mi espalda o Ä lo que era peor Ä que a último momento Uno de los trenes tomara uno de los desvíos y se me viniera encima. Pero de mañana me olvidé porque Leticia amaneció muy dolorida y tuvimos que ayudarla a vestirse. Nos pareció que estaba un poco arrepentida de lo de ayer y fuimos muy buenas con ella, diciéndole que esto le pasaba por andar demasiado, y que tal vez lo mejor sería que se quedara leyendo en su cuarto. Ella no dijo nada pero vino a almorzar a la mesa, y a las preguntas de mamá contestó que ya estaba muy bien y que casi no le dolía la espalda. Se lo decía y nos miraba. Esa tarde gané yo, pero en ese momento me vino un no sé qué y le dije a Leticia que le dejaba mi lugar, claro que sin darle a entender por qué. Ya que el otro la prefería, que la mirara hasta cansarse. Como el juego marcaba estatua, le elegimos cosas sencillas para no complicarle la vida, y ella inventó una especie de princesa china, con aire vergonzoso, mirando al suelo y juntando las manos como hacen las princesas chinas. Cuando pasó el tren, Holanda se puso de espaldas bajo los sauces pero yo miré y vi que Ariel no tenía ojos más que para Leticia. La siguió mirando hasta que el tren se perdió en la curva, y Leticia estaba inmóvil y o sabía que él acababa de mirarla así. Pero cuando vino a descansar bajo los sauces vimos que sí sabía, y que le hubiera gustado seguir con los ornamentos toda la tarde, toda la noche.
El miércoles sorteamos entre Holanda y yo porque Leticia nos dijo que era justo que ella se saliera. Ganó Holanda con su suerte maldita, pero la carta de Ariel cayó de mi lado. Cuando la levanté tuve el impulso de dársela a Leticia que no decía nada, pero pensé que tampoco era cosa de complacerle todos los gustos, y la abrí despacio. Ariel anunciaba que al otro día iba a bajarse en la estación vecina y que vendría por el terraplén para charlar un rato. Todo estaba terriblemente escrito, pero la frase final era hermosa: "Saludo a las tres estatuas muy atentamente. " La firma parecía un garabato aunque se notaba la personalidad.
Mientras le quitábamos los ornamentos a Holanda, Leticia me miró una o dos veces. Yo les había leído el mensaje y nadie hizo comentarios, lo que resultaba molesto porque al fin y al cabo Ariel iba a venir y había que pensar en esa novedad y decidir algo. Si en casa se enteraban, o por desgracia a alguna de las de Loza le daba por espiarnos, con lo envidiosas que eran esas enanas, seguro que se iba a armar la meresunda. Además que era muy raro quedarnos calladas con una cosa así, sin mirarnos casi mientras guard bamos los ornamentos y volvíamos por la puerta blanca. Tía Ruth nos pidió a Holanda y a mí que bañáramos a José, se llevó a Leticia para hacerle el tratamiento, y por fin pudimos desahogarnos tranquilas. Nos parecía maravilloso que viniera Ariel, nunca habíamos tenido un amigo así, a nuestro primo Tito no lo contábamos, un tilingo que juntaba figuritas y creía en la primera comunión. Estábamos nerviosísimas con la expectativa y José pagó el pato, pobre ángel. Holanda fue más valiente y sacó el tema de Leticia. Yo no sabía que pensar, de un lado me parecía horrible que Ariel se enterara, pero también era justo que las cosas se aclararan porque nadie tiene por qué‚ perjudicarse a causa de otro. Lo que yo hubiera querido es que Leticia no sufriera, bastante cruz tenía encima y ahora con el nuevo tratamiento y tantas cosas.
A la noche mamá se extrañó de vernos tan calladas y dijo qué milagro, si nos habían comido la lengua los ratones, después miró a tía Ruth y las dos pensaron seguro que habíamos hecho alguna gorda y que nos remordía la conciencia. Leticia comió muy poco y dijo que estaba dolorida, que la dejaran ir a su cuarto a leer Rocambole. Holanda le dio el brazo aunque ella no quería mucho, y yo me puse a tejer, que es una cosa que me viene cuando estoy nerviosa. Dos veces pensé‚ ir al cuarto de Leticia, no me explicaba qué hacían esas dos ahí solas, pero Holanda volvió con aire de gran importancia y se quedó a mi lado sin hablar hasta que mamá y tía Ruth levantaron la mesa. "Ella no va a ir mañana. Escribió una carta y dijo que si él pregunta mucho, se la demos." Entornando el bolsillo de la blusa me hizo ver un sobre violeta. Después nos llamaron para secar los platos, y esa noche nos dormimos casi en seguida por todas las emociones y el cansancio de bañar a José.
Al otro día me tocó a mi salir de compras al mercado y en toda la mañana no vi a Leticia que seguía en su cuarto. Antes que llamaran a la mesa entré un momento y la encontré al lado de la ventana, con muchas almohadas y el tomo noveno de Rocambole. Se veía que estaba mal, pero se puso a reír y me contó de una abeja que no encontraba la salida y de un sueño cómico que había tenido. Yo le dije que era una lástima que no fuera a venir a los sauces, pero me parecía tan difícil decírselo bien. "Si querés podemos explicarle a Ariel que estabas descompuesta", le propuse, pero ella decía que no y se quedaba callada. Yo insistí un poco en que viniera, y al final me animé y le dije que no tuviese miedo, poniéndole como ejemplo que el verdadero cariño no conoce barreras y otras ideas preciosas que habíamos aprendido en El Tesoro de la Juventud, pero era cada vez más difícil decirle nada porque ella miraba la ventana y parecía como si fuera a ponerse a llorar. Al final me fui diciendo que mamá me precisaba. El almuerzo duró días, y Holanda se ganó un sopapo de tía Ruth por salpicar el mantel con tuco. Ni me acuerdo de cómo secamos los platos, de repente Estábamos en los sauces y las dos nos abraz bamos llenas de felicidad y nada celosas una de otra. Holanda me explicó todo lo que teníamos que decir sobre nuestros estudios para que Ariel se llevara una buena impresión, porque los del secundario desprecian a las chicas que no han hecho másque la primaria y solamente estudian corte y repujado al aceite. Cuando pasó el tren de las dos y ocho Ariel sacó los brazos con entusiasmo, y con nuestros pañuelos estampados le hicimos señas de bienvenida. Unos veinte minutos después lo llegar por el terraplén, y era más alto de lo que pens bamos y todo de gris. Bien no me acuerdo de lo que hablamos al principio, él era bastante tímido a pesar de haber venido y los papelitos, y decía cosas muy pensadas.
Casi en seguida nos elogió mucho las estatuas y las actitudes y preguntó cómo nos llamábamos y por qu‚ faltaba la tercera. Holanda explicó que Leticia no había podido venir, y él dijo que era una l stima y que Leticia le parecía un nombre precioso. Después nos contó cosas del Industrial, que por desgracia no era un colegio ingl‚s, y quiso saber si le mostraríamos los ornamentos. Holanda levantó la piedra y le hicimos ver las cosas. A él para la estatua oriental", con lo que quería decir la princesa china. Nos sentamos a la sombra de un sauce y él estaba contento pero distraído, se veía que sólo se quedaba de bien educado. Holanda me miró dos o tres veces cuando la conversación decaía, y eso nos hizo mucho mal a las dos, nos dio deseos de irnos o que Ariel no hubiese venido nunca. El preguntó otra vez si Leticia estaba enferma, y Holanda me miró y yo creí que iba a decirle, pero en cambio contestó que Leticia no había podido venir. Con una ramita Ariel dibujaba cuerpos geom‚tricos en la tierra, y de cuando en cuando miraba la puerta blanca y nosotras sabíamos lo que estaba pasando, por eso Holanda hizo bien en sacar el sobre violeta y alcanz rselo, y él se quedó sorprendido con el sobre en la mano, después se puso muy colorado mientras le explic bamos que eso se lo mandaba Leticia, y se guardó la carta en el bolsillo de adentro del saco sin querer leerla delante de nosotras. Casi en seguida dijo que había tenido un gran placer y que estaba encantado de haber venido, pero su mano era blanda y antip tica de modo que fue mejor que la visita se acabara, aunque mástarde no hicimos másque pensar en sus ojos grises y en esa manera triste que tenía de sonreír. También nos acordamos de cómo se había despedido diciendo: "Hasta siempre", una forma que nunca habíamos oído en casa y que nos pareció tan divina y po‚tica. Todo se lo contamos a Leticia que nos estaba esperando debajo del limonero del patio, y yo hubiese querido preguntarle qu‚ decía su carta pero me dio no s‚ qu‚ porque ella había cerrado el sobre antes de confi rselo a Holanda, así que no le dije nada y solamente le contamos cómo era Ariel y cuantas veces había preguntado por ella. Esto no era nada f fác de decírselo porque era una cosa linda y mala a la vez, nos d bamos cuenta que Leticia se sentía muy feliz y al mismo tiempo estaba casi llorando, hasta que nos fuimos diciendo que tía Ruth nos precisaba y la dejamos mirando las avispas del limonero.
Cuando íbamos a dormirnos esa noche, Holanda me dijo: "Vas a ver que mañana se acaba el juego." Pero se equivocaba aunque no por mucho, y al otro día Leticia nos hizo la seña convenida en el momento del postre. Nos fuimos a lavar la loza bastante asombradas y con un poco de rabia, porque eso era una desvergüenza de Leticia y no estaba bien. Ella nos esperaba en la puerta y casi nos morimos de miedo cuando al llegar a los sauces vimos que sacaba del bolsillo el collar de perlas de mamá y todos los anillos, hasta el grande con rubí de tía ruth. Si las de Loza espiaban y nos veían con las alhajas, seguro que mamá iba a saberlo en seguida y que nos mataría, enanas asquerosas. Pero Leticia no estaba asustada y dijo que si algo sucedía ella era la única responsable. "Quisiera que me dejaran hoy a mí", agregó sin mirarnos. Nosotras sacamos en seguida los ornamentos, de golpe queríamos ser tan buenas con Leticia, darle todos los gustos y eso que en el fondo nos quedaba un poco de encono. Como el juego marcaba estatua, le elegimos cosas preciosas que iban bien con las alhajas, muchas plumas de pavorreal para sujetar el pelo, una piel que de lejos parecía un zorro plateado, y un velo rosa que ella se puso como un turbante. La vimos que pensaba, ensayando la estatua pero sin moverse, y cuando el tren apareció en la curva fue a ponerse al pie del talud con todas las alhajas que brillaban al sol. Levantó los brazos como si en vez de una estatua fuera a hacer una actitud, y con las manos señaló el cielo mientras echaba la cabeza hacia atrás (que era lo único que podía hacer, pobre) y doblaba el cuerpo hasta darnos miedo. Nos pareció maravillosa, la estatua másregia que había hecho nunca, y entonces vimos a Ariel que la miraba, salido de la ventanilla la miraba solamente a ella, girando la cabeza y mir ndola sin vernos a nosotras hasta que el tren se lo llevó de golpe. No s‚ por qu‚ las dos corrimos al mismo tiempo a sostener a Leticia que estaba con lo ojos cerrados y grandes l grimas por toda la cara. Nos rechazó sin enojo, pero la ayudamos a esconder las alhajas en el bolsillo, y se fue sola a casa mientras guard bamos por última vez los ornamentos en su caja. Casi sabíamos lo que iba a suceder, pero lo mismo al otro día fuimos las dos a los sauces, después que tía Ruth nos exigió silencio absoluto para no molestar a Leticia que estaba dolorida y quería dormir. Cuando llegó el tren vimos sin ninguna sorpresa la tercera ventanilla vacía, y mientras nos sonreíamos entre aliviadas y furiosas, imaginamos a Ariel viajando del otro lado del coche, quieto en su asiento, mirando hacia el río con sus ojos grises.

(Julio Cortázar, "Final del Juego" 1956)